El absentista de Maria Edgeworth- (Gran Bretaña, 1767-1849)
"
Una mañana, la Señora Dashfort había concebido un ingenioso plan
para que Isabel y el Señor Colambre mantuvieran un tete-a-tete, pero la
inesperada aparición de Heathcock desconcertó sus intenciones. Vino a mendigar
el interés de la Señora Dashfort por el Conde O´Halloran, con el fin de obtener
permiso para cazar y disparar sobre sus tierras-No para mí, precisó, sino para
dos oficiales acuartelados en un pueblo próximo, que sin duda se ahogarían si le
les privara de la posibilidad de practicar ese deporte.
¿Quién es ese Conde
O´Halloran?, dijo Lord Colambre. La señorita White, acompañante de la Señora
Killpatrick, dijo que era un hombre extraño, singular y el clérigo de la
parroquia, que estaba presente en el desayuno, declaró que era un hombre de
excepcionales conocimientos, méritos y cortesía.
Todo lo que sé de él-dijo
Heatchcock, es que es un gran deportista, que usa sombrero y un largo chaleco.
El Señor Colambre expresó su deseo de conocer a este extraordinario personaje y
Lady Dashfort, para guardar las formas y, tal vez, ante la ausencia de un
pensamiento que pudiera ser más eficaz, inmediatamente se ofreció a llamar a los
dos oficiales y llevarles con Heatchcock y el Señor Colambre a las inmediaciones
del Castillo de O´Halloran.
Lady Isabel se retiró con mucha mortificación en
su ánimo, pero a la vez con la gracia que conllevaba la certeza de que los
capitanes Benson y Willianson serían llevados a los dominios del Conde. El
capitán Benson, tomó asiento en la calesa, junto al cochero, y el resto del
grupo tuvo el placer de conversar con la señora durante las tres o cuatro millas
que distaban los pensamientos del Señor Colambre estaban muy lejos, y el capitán
Williamson no tenía nada que decir, así que nada más se dejaba oír la voz de
Heatchcock, Eh, re´lly now!- pon honour!
Llegaron al castillo de Halloran-un
hermoso edificio antiguo, parte en estado ruinoso, y otra parte reparada con
gran juicio y gusto. Cuando el coche se detuvo, un criado de respetable aspecto
apareció en lo alto de la escalera.
El Conde O´Halloran ha ido de caza-dijo
su criado-, pero volverá inmediatamente, si Lady Dashfort y los caballeros se
complacen en aguardar un poco.
A un lado de la espaciosa y noble sala se
hallaba el esqueleto de un alce, al otro lado, la curiosa osamenta de un ciervo,
especie que según el criado se encontraba en las proximidades de los lagos de
los alrededores. Los oficiales fueron testigos asombrados de varios extraños
juramentos y exclamaciones.- Eh! re´lly now!--pon honour! y gentilmente
consultaron su reloj, diciendo: ¿Me pregunto si se puede pensar en tomar un
ligero piscolabis? Y, volviendo la espalda al alce y al ciervo, preguntaron
acerca de qué tipo de caballo montaba el señor. Lord Colambre, por su parte,
examinó los prodigiosos esqueletos con la sensación de sorpresa y admiración
propia de cualquier mente superior al contemplar las grandes obras de la
Providencia. "
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