jueves, 10 de abril de 2014

El absentista de Maria Edgeworth- (Gran Bretaña, 1767-1849)

" Una mañana, la Señora Dashfort había concebido un ingenioso plan para que Isabel y el Señor Colambre mantuvieran un tete-a-tete, pero la inesperada aparición de Heathcock desconcertó sus intenciones. Vino a mendigar el interés de la Señora Dashfort por el Conde O´Halloran, con el fin de obtener permiso para cazar y disparar sobre sus tierras-No para mí, precisó, sino para dos oficiales acuartelados en un pueblo próximo, que sin duda se ahogarían si le les privara de la posibilidad de practicar ese deporte.
¿Quién es ese Conde O´Halloran?, dijo Lord Colambre. La señorita White, acompañante de la Señora Killpatrick, dijo que era un hombre extraño, singular y el clérigo de la parroquia, que estaba presente en el desayuno, declaró que era un hombre de excepcionales conocimientos, méritos y cortesía.
Todo lo que sé de él-dijo Heatchcock, es que es un gran deportista, que usa sombrero y un largo chaleco. El Señor Colambre expresó su deseo de conocer a este extraordinario personaje y Lady Dashfort, para guardar las formas y, tal vez, ante la ausencia de un pensamiento que pudiera ser más eficaz, inmediatamente se ofreció a llamar a los dos oficiales y llevarles con Heatchcock y el Señor Colambre a las inmediaciones del Castillo de O´Halloran.
Lady Isabel se retiró con mucha mortificación en su ánimo, pero a la vez con la gracia que conllevaba la certeza de que los capitanes Benson y Willianson serían llevados a los dominios del Conde. El capitán Benson, tomó asiento en la calesa, junto al cochero, y el resto del grupo tuvo el placer de conversar con la señora durante las tres o cuatro millas que distaban los pensamientos del Señor Colambre estaban muy lejos, y el capitán Williamson no tenía nada que decir, así que nada más se dejaba oír la voz de Heatchcock, Eh, re´lly now!- pon honour!
Llegaron al castillo de Halloran-un hermoso edificio antiguo, parte en estado ruinoso, y otra parte reparada con gran juicio y gusto. Cuando el coche se detuvo, un criado de respetable aspecto apareció en lo alto de la escalera.
El Conde O´Halloran ha ido de caza-dijo su criado-, pero volverá inmediatamente, si Lady Dashfort y los caballeros se complacen en aguardar un poco.
A un lado de la espaciosa y noble sala se hallaba el esqueleto de un alce, al otro lado, la curiosa osamenta de un ciervo, especie que según el criado se encontraba en las proximidades de los lagos de los alrededores. Los oficiales fueron testigos asombrados de varios extraños juramentos y exclamaciones.- Eh! re´lly now!--pon honour! y gentilmente consultaron su reloj, diciendo: ¿Me pregunto si se puede pensar en tomar un ligero piscolabis? Y, volviendo la espalda al alce y al ciervo, preguntaron acerca de qué tipo de caballo montaba el señor. Lord Colambre, por su parte, examinó los prodigiosos esqueletos con la sensación de sorpresa y admiración propia de cualquier mente superior al contemplar las grandes obras de la Providencia. "

 

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