Henrik Ibsen
Hedda Gabler (fragmento)
" Hedda: Lo extraño es que nos visite. Yo no la conozco más que del colegio.
Tesman: Tampoco yo la he visto desde hace mucho tiempo. Es asombroso que pueda vivir en un rincón como el que habita allá.
Hedda: Di, Tesman, ¿no es hacia esa parte adonde se ha ido a vivir...Eylert Loevborg?
Tesman: Sí, en algún punto de allá.
Berta: Señorita, está aquí la señora que vino hace poco y me entregó esas flores que tiene en la mano la señorita.
Hedda: ¡Ah! ¿Está ahí? Bien. Que pase.
Hedda: ¡Buenos días, querida! Celebro mucho volverla a ver después de tantos años.
Thea: Sí, hace mucho que no nos hemos visto.
Tesman: Ni nosotros tampoco, ¿verdad?
Hedda: Gracias por sus lindas flores.
Thea: ¡Oh, por favor!... Hubiese venido a verles ayer; pero supe que estaban de viaje.
Tesman: ¿Acaba usted de llegar a la ciudad?
Thea: Vine ayer por la tarde. ¡Oh! ¡Me sentí tan desesperada al saber que estaban ustedes ausentes!
Hedda: ¡Desesperada!... ¿Por qué?
Tesman: Hable, señora de Rysing..., digo, de Elvsted...
Hedda: ¿Ha sucedido alguna cosa?
Thea: Sí; y no conozco un alma a quien dirigirme aquí, excepto a ustedes.
Hedda: Venga usted. Sentémonos en el sofá.
Thea: ¡Oh! ¡No tengo calma ni paciencia para estar sentada!
Hedda: ¡Venga usted!
Tesman: Vamos a ver, señora... ¿Qué hay?
Hedda: ¿Es alguna cosa que le ha sucedido a usted allá en su casa?
Thea: Sí...; es decir, sí y no. ¡Oh! Temo ser mal comprendida...
Hedda: ¡Vamos! Lo mejor que puede usted hacer es decirlo todo francamente.
Tesman: Para eso ha venido usted; ¿no es verdad?
Thea: Sí, sí. Justo. Ante todo, debo decir a ustedes que Eylert Loevborg está también aquí.
Hedda: ¡Que Loevborg está...!
Tesman: ¡Como! ¿Que ha vuelto Eylert Loevgorg? ¿Oyes, Hedda?
Hedda: ¡Hombre, sí!; oigo perfectamente.
Thea: Hace ocho días que llegó. ¡Cuando una lo piensa! ¡Solo, en medio de los peligros de esta ciudad, expuesto a las malas compañías que hay aquí!
Hedda: Pero, querida, ¿usted qué tiene que ver con su conducta?
Thea: Ha sido preceptor de los niños.
Hedda: ¿De sus hijos?
Thea: De los míos, no. No los tengo.
Hedda: ¿De los de su marido?
Thea: Sí.
Tesman: Pero, ¿es que él..., no sé cómo expresarme..., estaba en condiciones de desempeñar cargos de esta índole?
Thea: Durante estos dos últimos años no ha dado nada que decir.
Tesman: ¿Oyes, Hedda?
Hedda: Oigo muy bien.
Thea: Absolutamente nada. Puedo asegurárselo a ustedes. Por ningún concepto. Y sin embargo..., ahora que sé que está aquí..., en esta gran ciudad..., y con mucho dinero, temo por él lo indecible.
Tesman: Pero, ¿por qué no se ha quedado donde estaba, al lado de usted y su marido?
Thea: Desde que apareció su libro, no ha habido paz ni reposo en casa.
Tesman: Sí, es cierto. Tía Julia me ha dicho que había publicado un libro nuevo. "
Hedda Gabler (fragmento)
" Hedda: Lo extraño es que nos visite. Yo no la conozco más que del colegio.
Tesman: Tampoco yo la he visto desde hace mucho tiempo. Es asombroso que pueda vivir en un rincón como el que habita allá.
Hedda: Di, Tesman, ¿no es hacia esa parte adonde se ha ido a vivir...Eylert Loevborg?
Tesman: Sí, en algún punto de allá.
Berta: Señorita, está aquí la señora que vino hace poco y me entregó esas flores que tiene en la mano la señorita.
Hedda: ¡Ah! ¿Está ahí? Bien. Que pase.
Hedda: ¡Buenos días, querida! Celebro mucho volverla a ver después de tantos años.
Thea: Sí, hace mucho que no nos hemos visto.
Tesman: Ni nosotros tampoco, ¿verdad?
Hedda: Gracias por sus lindas flores.
Thea: ¡Oh, por favor!... Hubiese venido a verles ayer; pero supe que estaban de viaje.
Tesman: ¿Acaba usted de llegar a la ciudad?
Thea: Vine ayer por la tarde. ¡Oh! ¡Me sentí tan desesperada al saber que estaban ustedes ausentes!
Hedda: ¡Desesperada!... ¿Por qué?
Tesman: Hable, señora de Rysing..., digo, de Elvsted...
Hedda: ¿Ha sucedido alguna cosa?
Thea: Sí; y no conozco un alma a quien dirigirme aquí, excepto a ustedes.
Hedda: Venga usted. Sentémonos en el sofá.
Thea: ¡Oh! ¡No tengo calma ni paciencia para estar sentada!
Hedda: ¡Venga usted!
Tesman: Vamos a ver, señora... ¿Qué hay?
Hedda: ¿Es alguna cosa que le ha sucedido a usted allá en su casa?
Thea: Sí...; es decir, sí y no. ¡Oh! Temo ser mal comprendida...
Hedda: ¡Vamos! Lo mejor que puede usted hacer es decirlo todo francamente.
Tesman: Para eso ha venido usted; ¿no es verdad?
Thea: Sí, sí. Justo. Ante todo, debo decir a ustedes que Eylert Loevborg está también aquí.
Hedda: ¡Que Loevborg está...!
Tesman: ¡Como! ¿Que ha vuelto Eylert Loevgorg? ¿Oyes, Hedda?
Hedda: ¡Hombre, sí!; oigo perfectamente.
Thea: Hace ocho días que llegó. ¡Cuando una lo piensa! ¡Solo, en medio de los peligros de esta ciudad, expuesto a las malas compañías que hay aquí!
Hedda: Pero, querida, ¿usted qué tiene que ver con su conducta?
Thea: Ha sido preceptor de los niños.
Hedda: ¿De sus hijos?
Thea: De los míos, no. No los tengo.
Hedda: ¿De los de su marido?
Thea: Sí.
Tesman: Pero, ¿es que él..., no sé cómo expresarme..., estaba en condiciones de desempeñar cargos de esta índole?
Thea: Durante estos dos últimos años no ha dado nada que decir.
Tesman: ¿Oyes, Hedda?
Hedda: Oigo muy bien.
Thea: Absolutamente nada. Puedo asegurárselo a ustedes. Por ningún concepto. Y sin embargo..., ahora que sé que está aquí..., en esta gran ciudad..., y con mucho dinero, temo por él lo indecible.
Tesman: Pero, ¿por qué no se ha quedado donde estaba, al lado de usted y su marido?
Thea: Desde que apareció su libro, no ha habido paz ni reposo en casa.
Tesman: Sí, es cierto. Tía Julia me ha dicho que había publicado un libro nuevo. "
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