jueves, 25 de julio de 2013

Caminatas en Alemania e Italia, en 1840, 1842 y 1843 (Rambles in Germany and Italy, in 1840, 1842, and 1843) es un libro de viaje de la escritora británica del Romanticismo Mary Shelley.


Publicado en 1844, es la última de sus obras que se llevó a la imprenta. El texto, publicado en dos volúmenes, describe dos viajes por Europa de Mary Shelley junto a su hijo, Percy Florence Shelley, y a varios de sus amigos de la universidad. Mary Shelley había vivido en Italia con su esposo, Percy Bysshe Shelley, entre 1818 y 1823. Para ella, Italia estaba asociada tanto con la felicidad como con el duelo: había escrito muchas obras durante su estadía en el país pero también había perdido a su esposo y a dos de sus hijos. Por lo tanto, aunque si bien estaba ansiosa por regresar, el viaje se vio marcado por la pena. Shelley describe a su viaje como una peregrinación, la cual ayudaría a curar su depresión. Al final del segundo viaje, Mary Shelley pasó un tiempo en París y se asoció al movimiento «Joven Italia», conformado por exiliados italianos que estaban a favor de la independencia y unificación de Italia. La atrajo un revolucionario en particular: Ferdinando Gatteschi. Para ayudarlo con sus finanzas, Shelley decidió publicar Caminatas. Sin embargo, Gatteschi no se mostró satisfecho con la ayuda de Shelley y trató de chantajearla. La autora se vio obligada a recuperar las cartas personales que le había escrito a Gatteschi con la intervención de la policía francesa.Shelley diferencia su libro de viaje del resto por presentar el material de una manera que ella describe como «un punto de vista político». Al hacerlo, desafía la convención de principios del siglo XIX que dictaba que no era apropiado para una mujer que escribiese sobre política, continuando la tradición de Lady Morgan y de Mary Wollstonecraft, su madre. El objetivo de Shelley era que los revolucionarios italianos, tales como Gatteschi, sintiesen empatía con Inglaterra. Se pronuncia en contra del poderío imperial de Austria y de Francia sobre Italia y critica la dominación de la Iglesia Católica. También describe a los italianos como poseedores de un potencial para la grandeza aún sin descubrir y su deseo de libertad. Aunque si bien la misma Shelley consideró «pobre» a su obra, los críticos la elogiaron, destacando su independencia de pensamiento, su ingenio y su sentimiento. Los comentarios políticos sobre Italia por parte de la autora fueron elogiados en forma especial, particularmente porque los había escrito una mujer. Sin embargo, durante gran parte de los siglos XIX y XX, Shelley sólo fue recordada como la autora de Frankenstein y como la esposa de Percy Bysshe Shelley. Caminatas no volvió a imprimirse hasta el auge de la crítica hacia la literatura feminista de la década de 1970, cuando renació el interés generalizado en la obra completa de Shelley.

Los dos volúmenes de Caminatas están divididos en tres partes. La primera parte, incluida en el primer volumen, describe el viaje de cuatro meses de duración de Mary Shelley, Percy Florence y sus amigos universitarios en 1840. La segunda y la tercera parte, que abarcan parte del primer volumen y todo el segundo, describen el viaje de catorce meses de Mary Shelley, Percy Florence, Alexander Knox y otros amigos de la universidad en 1842 y 1843. En la segunda parte se describen los sucesos de junio a agosto de 1842 y en la tercera, los de agosto de 1842 a septiembre de 1843. Todas las partes están escritas de forma epistolar y abarcan un amplio rango de temas: «incluyen narraciones personales de las dificultades del viaje, de la salud inestable, de los problemas de dinero; comentarios sobre los consejos de [John] Murray sobre los hoteles, las rutas o los miradores, comprobando que sean válidos; respuestas subjetivas ante las pinturas, las estatuas, las ciudades y los paisajes que ha visto; relatos de sus ocupaciones y sus compañías; disquisiciones históricas sobre temas tales como la lucha del cantón de Tirol contra Napoleón, o los orígenes de la Carbonería; y un análisis fidedigno sobre el estado presente y futuro de la literatura italiana».

Primera parte

En doce cartas conversacionales escritas en primera persona, Mary Shelley narra sus viajes por Europa en 1840 y expresa sus opiniones sobre los alojamientos, los paisajes, las personas, las relaciones económicas entre las clases sociales, el arte, la literatura y los recuerdos de sus viajes de 1814 y 1816 (plasmados en Historia de una excursión de seis semanas). En la primera carta, medita sobre su regreso a Italia:
¿Podrá ser cierto el hecho de que estoy a punto de volver a Italia? ¡Han pasado tantos años desde que abandoné ese país! Allí dejé los restos mortales de mis seres amados: mi esposo y mis hijos, cuya pérdida cambió mi existencia, sustituyéndola, en vez de una paz feliz y de un intercambio de afectos profundos, por años de soledad desolada y de una fuerte lucha contra el mundo; el panorama recién se aclara ahora, cuando veo crecer a mi hijo. El nombre de Italia es mágico ya desde sus sílabas.
Después de desembarcar en Francia, Shelley continúa anticipando felizmente sus viajes y los beneficios que obtendría de ellos. Viajando por Alemania, se queja de la lentitud del viaje pero se muestra contenta al descubrir que sus recuerdos del Rin corresponden a la realidad. Shelley enferma en Alemania y se retira a Baden-Baden para recuperarse. Temerosa del gusto de Percy Florence (nombrado como P- en el texto) por los barcos y el agua, especialmente difícil debido a que su esposo había muerto en un naufragio, se niega a continuar viaje hacia Italia y hacia el lago Como mientras que, al mismo tiempo, lo desea. Después de que Mary recupera su salud y su ánimo, el grupo viaja hacia Italia, en donde la invade la nostalgia:
Para mí, había algo llamativo y particular incluso en los objetos más comunes que me rodeaban... Las cortinas, los lavatorios, todo me parecía familiar en Italia de cuando lo había visto, hacía muchos, muchos años. No los había visto desde aquellos jóvenes y felices días. Me invadieron emociones extrañas e indescriptibles; los recuerdos, ya olvidados, renacieron frescos y fuertes por la mera fuerza de la asociación, producida por esos objetos que aparecían ante mi vista, inspirando una mezcla de placer y dolor, casi llegando a la agonía.
Shelley escribe sobre su felicidad en Italia y su tristeza ante la perspectiva de irse. A finales de septiembre, no llega el dinero que le posibilitaría regresar a Inglaterra, por lo que Percy Florence y sus amigos vuelven sin ella. Finalmente el dinero llega, y viaja sola hacia su país: en las cartas en las que relató el viaje de regreso, describe los paisajes sublimes que recorre, principalmente el Puerto del Simplon y las cascadas en Suiza.

Segunda parte

 
La segunda parte, la cual consiste en once cartas conversacionales, abarcan la primera parte del viaje de Shelley a Europa de 1842, especialmente su travesía desde Amberes hasta Praga; los nombres de las compañías de viaje están cambiados en el texto y raramente se hace alusión a ellas. Habla sobre el arte, en ocasiones ocupando varias hojas para describir una sola obra; sobre los beneficios y desventajas del viaje por ferrocarril contra los carruajes; sobre el carácter alemán y los hábitos de los alemanes; sobre la historia asociada por las vistas naturales que aprecia; sobre el paisaje y el clima; y sobre sus problemas como viajera, como por ejemplo, su incapacidad de hablar alemán, la suciedad de las posadas y los precios exorbitantes para los turistas. Shelley comienza la sección meditando sobre los beneficios de viajar:
Viajar es tanto una ocupación como una diversión, y creo firmemente que si se cambia frecuentemente de sitio también se renueva la salud. Además, puede ser tan agradable como la novedad perpetua: ¿la corriente incansable de las nuevas ideas sugeridas por los viajes? Leemos, para juntar el pensamiento y el conocimiento; los viajes son un libro escrito por el propio Creador, e imparte una sabiduría más sublime que la que puede haber en las palabras impresas de un hombre. Al abandonar el país es posible afligirse, dado que el corazón naturalmente anhela el hogar. Pero para adornar ese hogar con recuerdos, es necesario volar hacia el extranjero desde la colmena, como una abeja, y volver cargada con los dulces de las escenas apreciadas en el viaje; con las aventuras salvajes, que animan el conocimiento y la imaginación, para ilustrar y liberar la mente de los perjuicios del atrofio; para comprender más a nuestro prójimo; para esto sirven los viajes.
Después de recorrer brevemente una serie de ciudades alemanas en tren, carruaje y barco, el grupo llega a Bad Kissingen, en donde decide permanecer por un mes para que Shelley pudiese recuperarse en las termas. Aunque Shelley piensa que las aguas serían eficaces, le irritan las restricciones impuestas sobre los que intentan mejorar su salud, como la imposibilidad de comer exquisiteces. Sus compañeros se frustran cada vez más por el programa y por la falta de entretenimiento en la clínica de recuperación. Después de abandonar Bad Kissingen, el grupo viaja hacia el área que rodea a Weimar, y aprecian lugares asociados con Martin Luther y con los escritores Wieland, Schiller y Goethe. Continúan viaje hacia Berlín y Dresde, en donde se dedican a apreciar el arte y a asistir a la ópera, preparándose para ir a Praga en agosto de 1842.

Tercera parte

Mediante veintitrés cartas conversacionales, Shelley describe sus viajes desde Praga hasta el sur de Italia. Reflexiona sobre los paisajes de las áreas que atraviesa, sobre la historia de Alemania e Italia (como por ejemplo la rebelión de Tirol en abril de 1809 y actividades de la Carbonería), sobre el arte del Barroco y la Italia renacentista, sobre la literatura del país, y ofrece opiniones sobre los gobiernos recientes de Italia, sobre el carácter nacional de alemanes e italianos, y sobre el Catolicismo. También medita sobre los cambios sucedidos en ella misma desde la década de 1820 hasta la de 1840, en particular en relación con su pena:
Muchas escenas, que he visitado y admirado en ese entonces, se han apagado en mi mente, como se derrite una pintura en el Diorama, y otras luchan en el cambiante sondeo; se derrite, y otras luchas en el sondeo que se cambia; pero el camino apareció de una manera tan diferente en mi mente como si hubiese sido atravesado ayer. En esta obra no me detendré significativamente en las circunstancias tristes que nublaron mi primera visita a Venecia. La muerte se cernió sobre la escena. Dentro de mí, en mi 'imaginación', vi a aquellos que partieron mucho antes que yo; y de nuevo me agité por las emociones - por las pasiones - y por aquellas emociones que el corazón más profundo de una mujer puede abrigar- el temor de ver a su niño incluso en ese instante expiró, pero más tarde volvió a tomar posesión de mí.

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