viernes, 20 de septiembre de 2013

Tu rostro con la marea -Fernando García de Cortazar


En cierto modo estaba cantado que el historiador Fernando García de Cortázar terminara escribiendo una novela. Ha sido siempre un intelectual que ha sabido conjugar el rigor de la investigación con una profunda preocupación por hacérsela asequible y amena al público no especializado. Desde «Breve Historia de España», los sucesivos libros que ha escrito, hasta finalizar en «Historia de España desde el arte», siempre se han movido bajo esa impronta, que termina resolviéndose en un impulso moral.
García de Cortázar no se ha arredrado con esta incursión literaria y ha escogido una época crucial de la modernidad, aquella que transcurre entre la Primera Guerra Mundial –cuando el belicismo se industrializa definitivamente–, la Revolución rusa y el auge de los fascismos. De la sutileza y habilidad en lo histórico que García de Cortázar posee nos da idea la importancia que otorga al surgimiento del Estado Novo portugués, movimiento preterido por la mayoría de los novelistas que recrean esa época.

Fatigoso oficio

Cuando abrí la novela sentí curiosidad por saber de qué modo un historiador se las arreglaría con una narración. Tengo que decir que me sorprendió el modo en que ha resuelto el obligado y fatigoso oficio que obliga a la alternancia de diálogos y descripciones trufadas de tramas de previsto suspense, esto es, aquello en que se dirime cierto canon del género.
No es que García de Cortázar se haya sentido obligado a huir de estos requisitos; de hecho, la historia de amor del libro, esencial para entender ciertas razones ocultas del comportamiento de Ángel Bigas, es condición ineludible; pero el autor ha dado importancia al documento sobre la trama.
El modo de conseguirlo requiere cierta habilidad, ya que ha jugado con la personalidad múltiple –casi inverosímil, pero que se dio en algunos personajes de la época– de este Ángel Bigas para ofrecernos un caleidoscopio de diferentes facetas que facilitan la inmersión de los lectores en los distintos ámbitos: el cultural, el bélico, el de las diferentes y exóticas ciudades, los diversos regímenes políticos. Lo consigue gracias al método de la indagación, de los documentos que frecuenta y de las entrevistas que Fernando Urtiaga, un joven investigador que en 1977 recibe el encargo de escribir la historia de este increíble personaje, tiene que realizar entre quienes conocieron a Ángel Bigas.

El tiempo es un personaje

Para pasearnos por un cuarto de siglo de Historia europea, el más decisivo, el autor ha contado con una ingente cantidad de información, no solo política: también cultural –especialmente cultural–, porque García de Cortázar siempre dio importancia al modo de contar.
Dentro de las ventajas que tiene como historiador, cabría aportar la carencia absoluta de anacronismos, algo muy común en las novelas de éxito que se ubican en el pasado, y, desde luego, el haber hecho del tiempo un personaje, el principal, de una narración que cuenta con un elenco destacado: Pérez de Ayala, Valle-Inclán, Sánchez Mazas, Foxá, Azaña, Rivas Cherif…
García de Cortázar gusta citar un verso de Anna Ajmátova: «En el futuro se pudre el pasado». Bien podríamos decir que en esta frase se halla la clave de la novela, su significado último, su búsqueda del tiempo, su gusto por la conjunción entre literatura e Historia. Un bello libro. Bello e inquietante.

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